de Carmen
Berenguer | Inéditos
Un día me hice
este moño que vi en una película de la Brigitte Bardot
era un nuevo moño
iluminando los años sesenta
en mi despertar
sensual.
Es un moño
tubular de lado con horquillas
unos mechones en
el rostro
mechas sueltas
un desorden
unas lianas
enrizadas
locos adornos
sensuales y libertarios.
Viendo cine
europeo y gringo aprendí
el fulgor de los
espejos.
Tomar el pelo en
tus manos
y hacer como si
estuvieras realizándote.
Luego mirar tu
rostro y encajarlo en la cabeza
usando sutilmente
las horquillas.
Y como si pensara
en ese recogimiento
vas reafirmando
el rostro indígena
tomando un manojo
al derecho
otro al izquierdo
lisos y ondulados
como la Diosa del Eros:
peinarse
era una forma de
dialogar en torno al rostro
consciente de que
no era solo
un deseo efímero
de parecer
ella
creada por dios.
Quién me habría
creado a mí? El dios Lautaro?
Hacerse un moño
es un arte
una estética del
objeto pelo
en el contorno de
tu simetría de ojos
pero me había
acostumbrado
a que no todo lo
que veía existía
prevaleciendo mis
descomposiciones
en mi nariz ñata
mis ojos
orientales rompiendo una necesaria armonía
en mis mejillas
altas redondeadas
me espejeaba unos
labios
a veces triste
a veces sonriente
mis orejas
solícitas al sonido
mi cuello
desaparecía en el cuerpo
según su
compostura
mis manos eran
únicas en lenguaje
remedo de
congojas
mis labios se
juntan son amigas
mi cintura
y Narciso frente
al espejo.
De súbito cae
esplendente un manojo de pelos
sostengo en mi
mano un tiempo de brisas
un invierno de
temporales
una lava intensa
desde el volcán
un verano de sol
y candente.
Y un día te
conocí sentada en las gradas de la universidad tragándonos
se quedaron
pegados mis pelos negros en tu abrigo
intempestivamente
nunca más nos separamos
ni pa miar
ni pa comer
nos alejamos
cesábamos hasta
llegar a la esquina
y abrazados y
calientes veíamos imágenes e historias universales
“tan cerca y tan
lejos”
que me instaban a
corregir mis mechas
a la par de los
años de representaciones de imágenes del primer mundo en el que reparaba mis
dilemas de ser y dejar de ser la muchacha
que lloraba
mirando el velador creado en el siglo XVIII
para alumbrar con
velas este paraíso.
Carmen Berenguer
Santiago de Chile, 1942. Es poeta, artista visual y activista cultural. En Obra
poética (2018) reunió su obra escrita entre 1983 y 2015. Ha obtenido la Beca
Guggenheim en 1997 y el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda en 2008.
Fuente: : periodicodepoesia.unam.mx/texto/y-dios-creo-a-la-diosa-del-eros-del-siglo-xx/
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